La importancia del aprendizaje de una segunda lengua en edades tempranas

¿Cuándo es el mejor momento para aprender una segunda lengua? ¡Cuánto antes! Sigue leyendo para entender por qué.

El diseño y funcionalidad cerebral permiten en los niños una continua y extensa capacidad de aprendizaje. La infancia es un periodo crítico en el que las conexiones cerebrales y el desarrollo de las estructuras que sustentan el lenguaje, favorecen el aprendizaje de un segundo idioma.

Es por tanto que, durante los primeros años de vida, será mucho más fácil asimilar un segundo idioma que si demorásemos este aprendizaje a etapas posteriores.

Algunos investigadores mencionan que si el niño en su primera infancia (0 a 3 años) entra en contacto con una segunda o tercera lengua de manera estable y continua, podrán aprender de un modo natural, al igual que ocurre con su lengua materna.

Algunos de los factores que a tener en cuenta en el aprendizaje de un segundo idioma en estos primeros años tendrían relación con:

  • Conocer sus capacidades, intereses, nivel de madurez, etc. No todos los niños son iguales, cada uno seguirá su propio proceso y su propio ritmo, no podemos pretender que todos aprendan igual y al mismo tiempo.
  • El docente debe conocer al niño en concreto y adaptar su forma de hablar, su forma de enseñar, materiales, juegos y actividades a los intereses y necesidades del niño.
  • La familia también tiene un papel importantísimo. En este sentido entran en juego el conocimiento del segundo idioma por parte de la familia, el uso que hacen del mismo, las expectativas que ponen en el niño, cómo le motivan, etc.
  • Todo lo que rodea al niño (el entorno) va a favorecer o no el aprendizaje de un segundo idioma. El entorno determina el tipo de experiencias, los amigos, lo que ve en la tele, los juguetes o materiales que tiene a su alcance, etc.
  • Finalmente ser conscientes de que, a mayor y más constante exposición a los estímulos de un idioma, mayor aprendizaje, siempre teniendo presente que cada niño sigue su propio proceso y su propio ritmo y debemos respetar sus particularidades, para que lo perciban como una actividad integrada y placentera.

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