El liderazgo es la capacidad de inspirar confianza, motivar, conducir y alinear a un equipo hacia una meta, una visión. El primer paso para liderar a otros es liderarse a uno mismo, esto implica desarrollar la capacidad de “coger las riendas de nuestra vida”, “dirigirse a uno mismo” y organizar el día a día en función de los objetivos y valores personales.
Cuando lideramos nuestra vida, aparece la integridad y la coherencia (entre lo que pensamos, sentimos y hacemos), claves para generar confianza en los demás.
Ser líder de nuestra vida implica también ser proactivo, salir de la queja y “la zona de confort”, tomando la iniciativa para generar cambios, asumiendo la responsabilidad de hacer lo que está en nuestras manos y buscando el apoyo y el trabajo en equipo para ser más efectivos
¿Cómo nos compartamos cuando lideramos nuestra propia vida?
- No esperamos a que las “cosas pasen”, frustrándonos o quejándonos, sino que tomamos la iniciativa: proponemos ideas, buscamos APOYO, hablamos de lo que es importante para nosotros, pensamos fórmulas creativas de lograr nuestras metas y perseveramos.
- No nos encerramos en un solo punto de vista, el nuestro, ni tratamos de “ir en solitario”, sino que, “abrimos los oídos”, escuchamos otras perspectivas , “abrimos el corazón”, confiamos en la valía de los demás y buscamos la fuerza del equipo.
- Al organizar nuestro tiempo y en nuestras relaciones, somos coherentes con nuestros valores y METAS y, por lo tanto, actuamos en consecuencia, respetando y cuidando aquello que es importante para nosotros y dedicando tiempo y esfuerzo personal.