En el Colegio Zola Villafranca apostamos por la Danza como disciplina que impulsa el crecimiento personal y profesional de nuestros alumnos, y por eso la incluimos como asignatura curricular y extracurricular gracias a nuestra Escuela Profesional de Danza. Esta Escuela, dirigida por Esther Racero, nació en 2010 y desde entonces ha recibido numerosos premios y distinciones. Como explica su directora, “con la danza promovemos el conocimiento de diversas manifestaciones estéticas, artes visuales, música, artes de representación, intentando encontrar las capacidades y actitudes naturales para desarrollar el talento de nuestros alumnos y encauzar adecuadamente a los artistas en potencia”. Esta creadora y pedagoga nos cuenta más detalles en esta entrevista.
- ¿Por qué se apostó por la danza? ¿Y qué beneficios tiene para el centro?
La temprana apuesta por la danza de este centro habla de un colegio con una perspectiva y visión educativas abiertas e innovadoras. La forma en la que se concibe la danza desde sus comienzos supone una visión completamente diferenciadora respecto a los demás colegios de la época y por supuesto de los mismos en el presente. En los demás centros había danza, pero era algo que se entendía como actividad complementaria y extraescolar no formativa, sin embargo, la visión de la danza como una disciplina integral e integrada dentro del proyecto educativo de los colegios Zola es algo que marca una concepción integral del alumno. La danza se ha ido integrando y evolucionando a la par que lo ha hecho el propio centro. En un momento como el que estamos viviendo en el que están tan presentes las inteligencias múltiples, el sitio que ocupan las artes en general y la danza en particular tiene especial significancia.
Estamos en una situación de privilegio absoluto, pues la situación de las enseñanzas de artes actualmente es precaria, se reduce a la música y la pintura.
- ¿En la situación actual educativa, existen lagunas en términos de creatividad?
Indudablemente. Boris Cyrulnik, prestigioso neurólogo y referente en resiliencia e inteligencia emocional, hace una interesante reflexión acerca del aporte que las áreas creativas suponen en el desarrollo del alumno. Encuentra una relación directa y podríamos decir causal entre el desarrollo creativo de los alumnos y su introducción a las artes, con un nivel de competencia emocional alto y aumento de su resiliencia. Sostiene que en los países más avanzados pedagógica y socialmente, el aprendizaje de la música, pintura y danza están presentes e integrados. Sin embargo, en España hemos visto como el número de horas que se dedica a la disciplina y formación artística de los alumnos se ha ido viendo recortada progresivamente.
Estamos viviendo un progresivo proceso de deceleración desde los años 90. Cada vez son sometidos a actividades más estructuradas y dirigidas con poco espacio para el “¿y tú como lo harías?”. Una forma de parar esto es no dejando que la creatividad muera en la escuela, dándole herramientas y estímulos para su desarrollo. En este sentido, la danza es una herramienta muy valiosa y potente. Al observar esto, nos dimos cuenta de la necesidad de introducir cambios y le dimos un lugar en el horario a la expresión corporal en la etapa infantil. Un espacio en el que los alumnos pueden ser libres en sus movimientos, y donde se favorece la expresión de las emociones y el respeto a la diferencia a través del propio cuerpo y el movimiento. Pero siempre desde una concepción libre del movimiento donde ellos deciden “cómo y cuándo”. Ahí la creatividad fluye de manera natural, se le da un espacio de acogida donde todo está bien y es bienvenido, siempre desde el respeto a los compañeros. Es una lástima que esto no se haga extensivo en todos los centros de España.
- ¿Qué aporta aprender danza para un ciudadano del futuro que no se vaya a dedicar a ellos profesionalmente?
Mucha gente se hace la misma pregunta, y yo siempre respondo: “¿Y la Química si no vas a ser químico?”. Pero es que la danza forma parte de la vida, del desarrollo y la naturaleza humana. Está inscrita en el ADN del ser humano. Todos necesitamos bailar y lo hacemos en público o a escondidas, pero todos bailamos porque nos lo pide el cuerpo. Estamos demasiado acostumbrados al pragmatismo y a la “utilidad” de los aprendizajes, pero ¿qué hay del disfrute? Antes nombraba a Boris Cyrulnik en una entrevista él sostenía que cuando les preguntaba a sus alumnos de psicología qué iban a hacer en su vida, ellos le respondían que ser psicólogos y él les preguntaba, ¿y qué más vas a ser? ¿Qué más vas a hacer por los demás? Y después les recomendaba que hiciesen algo artístico.
En una ocasión, una alumna de secundaria me dijo que esto no le iba a servir de nada, y yo sólo le pregunté si cuando sus padres hablaban con amigos, la conversación tenía que ver con la Teoría de la relatividad o con la última exposición que han visto, la última película, lo que opinan de un libro, una obra de teatro o un ballet… No todo es trabajar, también hay que vivir y se puede vivir de la danza y vivir en danza.
La danza es una disciplina integral que logra conexiones entre el cuerpo y la mente capaces de posicionarte en otro lugar. El niño que baila conoce su cuerpo, enfrenta la realidad desde otro espacio diferente y se enfrenta a la vida de otra manera. A nivel cognitivo, la memorización es un ejercicio clave en la educación primaria, ayuda a mejorar en otras asignaturas y en otras facetas de la vida.
La danza a nivel grupal es esencial, porque crea un sentimiento de identidad y confianza. Aprende a trabajar con las limitaciones físicas, respetando los tiempos de aprendizaje de los compañeros. Es un trabajo en equipo constante e inconsciente, es un arte transformador, y a través del movimiento son capaces, de crear, investigar, pensar y aceptar a los demás.
- La danza se asocia a lo femenino, ¿cómo se aborda en la academia de danza de Villafranca? ¿Se ha notado evolución del número de chicos que se interesan por la danza?
Lo cierto es que nos tenemos que enfrentar, desgraciadamente, a la resistencia social en esta área. Los estereotipos siguen estando presentes y es muy difícil romper esa asociación inconsciente entre danza, el tutú y las mallas. Esto es un indicativo claro del desconocimiento que existe sobre el mundo de la danza en su dimensión más profunda. La ignorancia sobre el tema y el sistema de formación en los colegios, no favorece la iniciación de los niños en la danza.
Elegir bailar siendo un hombre como canal de expresión en este país, tiene un precio. La respuesta de las familias ante la petición de querer bailar siendo chico no suele ser muy positiva, a los padres les cuesta pasar de comprar botas de futbol a zapatillas de ballet, mallas y castañuelas.
Los bailarines, se enfrentan a numerosos conflictos familiares y sociales, por el simple hecho de haber elegido una disciplina asociada a la mujer. En muchos casos la incomodidad deja atrás a muchos talentos por el camino. Una triste realidad si nos paramos a pensarlo.