Dentro de nuestro programa «Creatividad, Arte y Emociones» del Colegio Zola Villafranca, situado en Villanueva de la Cañada en Madrid, incluimos la realización de entrevistas con expertos en creatividad que aportan su conocimiento al programa que realizamos diariamente con nuestros alumnos en las aulas. En esta ocasión hemos entrevistado a Irina Mishina. Irina es licenciada en Economía y realizó el Master de Ciencias sobre Creatividad, entre otros aspectos formativos. Es también experta en creatividad con base científica, tiene experiencia profesional e importante bagaje artístico. Esto es lo que nos ha contado.
«Un emprendedor necesita ser creativo»
- ¿Nos cuentas algún secreto del pensamiento creativo?
Para mí el secreto más importante del pensamiento creativo es la suspensión del juicio. Saber darse permiso para pasar suficiente tiempo explorando diferentes opciones sin evaluarlas, jugar con la novedad sin saber cómo podría funcionar, y si va a funcionar en general. Pero ¡ojo! Esto no significa que tenemos que eliminar del todo la parte de la evaluación del proceso creativo. La evaluación es muy importante, es lo que asegura que aquello que creemos va a tener algún valor al final.
El truco es saber bailar entre dos estados – el estado del juego y exploración, cuando buscamos nuevas ideas, probamos cosas, experimentamos, y el estado de la evaluación creativa, cuando llega el momento de mirar qué hemos pescado en el juego y cómo podríamos hacerlo funcionar.
Y para que este baile funcione lo único que necesito es decirme a mí misma, en el momento cuando emprendo el viaje de la exploración, “no lo voy a evaluar ahora, lo evaluaré más tarde”. Y, por un momento, cinco minutos, una hora, varios días – depende del proceso en que estamos – aparto todos los pensamientos del tipo “necesito una idea brillante”, “esto no vale para nada”, “esto ya se ha hecho”, “esto no es suficientemente original”, “van a reírse de esta idea” y cosas parecidas. Simplemente me doy permiso a jugar un poquito y luego a ver qué se puede hacer con esto. Esto es la suspensión del juicio.
Una buena manera a practicarlo es hacer las Listas de Cien. “Cien cosas para hacer en el patio durante el recreo”, “Cien cosas bonitas para decir a la profesora de mates”, “Cien cosas que me gustan de mí mismo”, “Cien maneras de ayudar a mi madre en casa”. ¿Por qué ciento? Porque dependiendo de las habilidades natas de cada uno, para cualquier tema, a alguien le será fácil sacar en cuestiones de minutos veinte puntos para su lista, y otro va a sufrir con tres. Pero tarde o temprano para cualquiera llegará el momento cuando la mente dirá “Ya no sé qué más poner”. Y es cuando comienza la magia. Porque para llegar hasta el final, hasta el punto 100, no nos queda de otra sino suspender el juicio de verdad y saltando todos los prejuicios, convicciones y las ideas que tenemos sobre el mundo, empezar a poner cualquier tontería en la lista. Porque solo es un juego. Pero de vez en cuando entre estas “tonterías” aparecerá algo que nos sorprenderá, y de qué nunca habríamos pensado si no hubiéramos suspendido el juicio.
- ¿Por qué podemos decir que la creatividad es ciencia?
Bueno, yo no creo que podemos decir que la creatividad es ciencia. La ciencia estudia la creatividad. De la misma manera que la ciencia estudia como funciona la respiración, o el cerebro. Sin embargo, ni la respiración, ni el cerebro son ciencia.
Yo personalmente diría que la creatividad es más bien un arte. No en el sentido de que solo las actividades artísticas son creativas, sino porque el proceso creativo, por mucho que lo estudiemos, no es algo que podemos descomponer en algoritmos y luego decir «para llegar a un resultado creativo, tienes que seguir pasos uno, dos, tres”. Podemos estudiar diferentes elementos del proceso creativo, indagar en qué factores inhiben la creatividad y qué la facilitan. Pero lo que funciona para uno, no irá bien para otro. Y lo que ha funcionado para mí hoy, mañana podría ser totalmente diferente.
La creatividad requiere estar en un constante contacto profundo con el proceso, con lo que haces y contigo mismo. Es una danza entre todos los elementos involucrados. Y ninguna danza es ciencia. Aunque la ciencia puede estudiar la danza.
- ¿Qué significa ser emprendedor?
Creo que el emprendedor es aquel que coge una idea, no necesariamente la suya, y la lleva a cabo, sin tener ningunas garantías del resultado, sin saber a ciencia cierta qué exactamente va a salir de esto. Un emprendedor necesita ser creativo desde luego, porque emprender es meterse en aguas desconocidas y esto siempre requiere saber encontrar soluciones creativas a retos que seguro aparecen por el camino. Pero el emprendedor necesita mucho más que solo la creatividad. Le mueve sobre todo el ímpetu a la acción, a hacer que las cosas pasen. Es un aventurero, un explorador, aquel que busca traer al mundo algo nuevo, conseguir algo que no se ha conseguido antes.
- ¿Cómo podemos potenciar la creatividad en las escuelas?
En mi opinión, hay dos áreas importantes del trabajo. Primero, hay que sacar el sistema educativo del paradigma de la única respuesta correcta. Todos sabemos perfectamente que la vida no funciona así. Necesitamos a enseñar a los niños a explorar diferentes opciones y buscar sus propias respuestas, más de una. Cuestionar sus suposiciones, mirar las cosas desde diferentes puntos de vistas y aprender a desaprender constantemente. Porque en el mundo en que vivimos, todo lo que sabemos hoy mañana será totalmente invalido. Y está bien. Tolerancia a la ambigüedad es una de las habilidades creativas muy importantes.
Hay que prestar atención a cómo evaluamos. Todos nosotros tenemos dentro de nuestra cabeza una vocecita del crítico interior, es nuestra herramienta de supervivencia. Y por supuesto queremos vivir en el mundo donde las cosas funcionan. Y queremos enseñar a los niños que sean capaces de hacer las cosas que funcionan. Pero no podemos esperar que alguien se atreva a explorar lo desconocido si al final le espera un reproche si algo no ha funcionado.
Por eso lo que necesitamos a aprender es, en el proceso de evaluación, siempre primero mirar a qué ha funcionado bien. Esto tiene una relación muy importante con cómo funciona nuestro cerebro – y de esto hablaremos en la próxima pregunta. Y luego, cuando miramos a cómo corregir al alumno, o de hecho a cualquier persona a que damos un feedback, en lugar de decir “Esto no funciona” plantear retos. “¿Cómo se podría hacer esto diferente?” “Qué más puedes hacer la próxima vez para conseguir otro resultado?” “¿”Cómo podemos solucionarlo ahora?”
- ¿Qué relación hay entre emoción y creatividad?
Me gustaría dar una respuesta simple, pero no la hay. Como en todo en la vida, no hay una respuesta correcta, y la relación entre las emociones y la creatividad es compleja.
Por un lado, el sistema límbico – la parte del cerebro responsable del procesamiento de las emociones – es como un guardián de las puertas para casi todas las señales que llegan al cerebro. Y si este guardián decide que la señal que él recibe le provoca el estrés, dudas, angustia, culpa, es decir, cualquier emoción que evoca la sensación del peligro – el sistema límbico inmediatamente activa las partes del cerebro responsables de instintos de supervivencia, y entonces podemos olvidar de la creatividad. Por eso es importante aprender siempre a mirar primero a lo que está bien – esto ayuda a activar las zonas de neocorteza responsables de creación de ideas.
Sin embargo no podemos decir que las emociones positivas ayudan a facilitar la creatividad, y que las negativas la matan. Conocemos muchas historias de las obras maestras creadas bajo influencia de un gran drama interior. Desde luego emociones fuertes impulsan a la persona a buscar maneras de expresarlas, creativamente también. Y, al revés, actividades creativas ayudan no solamente aliviar la presión de cualquier emoción intensa, sino incluso a entrar en contacto con la emoción para empezar, y luego a establecer una relación más generativa con esta emoción.
La creatividad requiere un contacto con nuestras emociones. Porque, como ya he dicho, la creatividad es una danza entre todos los elementos involucrados, y nuestras emociones desde luego son unos de estos elementos. Por lo tanto cuánto más las conocemos, más fluido podrá ser nuestro proceso creativo.
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